Resulta ser que el ex barra de River y militante de El Aguante aprovechó la compañía de su joven novia para cerciorarse de que la cirugía a la que se había sometido días antes haya tenido una recuperación favorable. En un descuido de él, posó sus labios sobre uno de los senos de su concubina y le dio un beso en esa región del tórax.

Horas después, y con el escándalo en todos los medios nacionales ante el reclamo de otros legisladores quienes le exigieron a Sergio Massa, que presidía la HCDN, que tome medidas. Cuales fariseos contra María Magdalena; solo que esta vez no hubo un Jesús para salvar a los que estaban siendo apedreados.

Ahora, casi a cuatro años de aquel suceso, el juez federal Ariel Lijo, el mismo que será, seguramente, miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; decidió condenar al ex diputado (renunció casi de forma inmediata) a la pena de un mes de prisión en suspenso, desestimando el pedido del fiscal Eduardo Taiano, que solicitó cuatro meses de cárcel para el apodado "chupachichi" o "diputeta".

Llama la atención que la Justicia se haya detenido en un caso tan irrelevante. No se cuestiona que no deba ser sancionado administrativa o penalmente si así lo mereciera; sino que hay casos mucho más graves, de políticos que son denunciados por robos o hechos de corrupción millonaria y que nunca atraviesan ni un proceso penal. Este caso, por ser polémico, tuvo un cierre en las últimas horas con la condena que, obviamente, no dejará a Ameri tras las rejas, aunque sí le sentará un antecedente.

“Sinvergüenza, buscavida, mujeriego, malavida, desgraciado, chupachichi ¿qué querés?”, es una de las canciones más exitosas del norte argentino y la pregunta del final viene como anillo al dedo. Con esta condena se salva de ir a algún penal porque fue leve. Peor fue tener que dejar la banca con más de un año de sueldo asegurado, que lo deje la novia ya tuneada, o que sea desterrado de Salta ya que se encuentra viviendo en Baires donde, por ahí, pasa más desapercibido.