Política
Estrategias fallidas

VIDEO | Royón contra Urtubey: el error de elegir la batalla equivocada

La candidata oficialista dirige sus críticas al exgobernador, pero descuida el terreno que pierde la libertaria María Emilia Orozco. Analistas advierten que podría quedar tercera en la contienda.

La candidata oficialista Flavia Royón parece haber encontrado su deporte favorito: pegarle a Juan Manuel Urtubey. Y lo hace con la misma insistencia de un boxeador que lanza golpes al aire sin darse cuenta de que el verdadero rival ya está en la otra esquina.

Mientras la economía se desmorona, la obra pública nacional brilla por su ausencia en Salta y los votantes empiezan a bajarse del tren mileísta con la misma rapidez con la que se subieron en 2023, Royón decide gastarse la pólvora en el exgobernador.

El problema es que Urtubey, curtido en tres mandatos, está haciendo lo que ella (ni tampoco María Emilia Orozco) nunca aprendió: caminar, embarrarse, saludar hasta al perro del paraje más lejano y dar esperanza, confrontando políticas públicas e ideas.

Y lo curioso es que la gente, entre la nostalgia y la desesperanza, le abre la puerta. Mientras tanto, Royón parece estar más cómoda disputando el “segundo lugar digno” que arriesgando para ganar votos contra la libertaria de turno.

Pero ese cálculo puede salirle carísimo: mientras ella busca pelea con Urtubey, la candidata de Javier Milei, María Emilia Orozco, pierde terreno sin que nadie se digne a ocupar ese espacio vacío. En otras palabras, Royón elige disputar contra el zorro viejo que ya se alejó sacándole ventaja, cuando lo que debería estar haciendo es cazar votos en el cementerio de la desilución libertaria.

Royón carga, además, con un problema de origen: es una candidata prestada. Nunca construyó base propia, ni territorio, ni relato. Es un nombre lanzado por el oficialismo provincial como quien tira un globo al aire y espera que vuele.

El detalle es que ese globo ya perdió helio y se desinfla a la vista de todos, mientras Urtubey se reconstruye renovado (en gran medida por el fracaso y la dureza de Milei y su ajuste), mostrando un entusiasmo que sorprende incluso a sus críticos más feroces.

La elección, a esta altura, no parece tanto un duelo de propuestas como una cuestión de olfato político. Y Royón demuestra tenerlo atrofiado: ignora dónde está el humor social, subestima el desencanto libertario y sobreestima su capacidad de instalarse en una avenida del centro que, en realidad, no existe.

El votante promedio no quiere moderación, quiere respuestas, gestos, algún tipo de épica. Y ella apenas ofrece tecnicismos envueltos en frases de ocasión.

Royón eligió la pelea equivocada, en el momento equivocado y con el adversario equivocado. Mientras Urtubey captura el descontento de los opositores y moderados y Orozco pierde terreno a falta de propuestas y dependiendo exclusivamente de la Casa Rosada, la candidata oficialista corre el riesgo de terminar como tercera cómoda y lejana, por preferir combatir sombras que le son desconocidas en vez de atacar a quienes se encuentran más débiles y expuestos en este momento tenso de la república Argentina. Y, es necesario recordarlo, en política la tibieza no se perdona.

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