Política
Luego de medio siglo

VIDEO | Pedro Serrudo: el fósil sindical que por fin fue jubilado

Pedro Serrudo, eterno secretario general de la UTM.

Después de medio siglo parasitando la Municipalidad de Salta, Pedro Serrudo, eterno secretario general de la UTM y estorbo histórico para el desarrollo de la ciudad, fue finalmente “invitado” a jubilarse por decreto del intendente Emiliano Durand.

A los 77 años, y tras más de 30 sin pisar un escritorio municipal, Serrudo seguía aferrado a su cargo gracias a la impunidad que le daba la tutela sindical. Mientras tanto, su verdadero legado fue el armado de una mafia familiar dentro de la Municipalidad: más de 20 parientes acomodados a dedo en la planta permanente, todos cobrando del bolsillo del contribuyente. Una dinastía sindical que convirtió al municipio en su cueva privada. Una verdadera máquina de extorción que fue padecida por más de una decena de intendentes.

Durand firmó el decreto tras una sentencia judicial que lo despojó de su blindaje gremial. El texto es claro: “el empleo público no es absoluto ni vitalicio” (lo que traducido al español significa: ¡se acabó la joda!). Con esa frase se derrumba medio siglo de privilegios y de chantaje sindical, ese que convirtió a la UTM en un grillete atado al tobillo de la ciudad, aunque casi nadie se presente a votar en las elecciones del gremio.

Por supuesto, Serrudo no se fue en silencio. Armó una protesta fantasma con un puñado de fieles para simular que todavía tiene tropa. Una postal patética de lo que queda de su reinado: humo, pancartas descoloridas y gritos que ya no asustan a nadie. Los contribuyentes, según pudo corroborar este redactor, sugerían que se llame a la Policía de Salta para que les apliquen una dosis de garrote tranquilizador.

“Esto no es un castigo para nadie. Es hacer cumplir la ley. Acá no hay privilegios. Nadie es dueño de la Municipalidad ni de la ciudad”, dijo Durand. Una frase que resume el ocaso de Serrudo, símbolo de la vieja política sindical que hizo del Estado un botín y de los trabajadores, rehenes.

Con su jubilación se cierra un ciclo nefasto: medio siglo de mediocridad, acomodos y extorsión disfrazada de gremialismo. Serrudo nunca representó a los municipales; se representó a sí mismo y a su familia. Salta respira un poco más liviana sin este dinosaurio enquistado en la estructura pública.

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