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¡En tu cara Monseñor!

Tras la negativa del sacerdote de la iglesia católica de Salta, la festividad de la Virgen del Cerro se llevó a cabo

La virgen de María Livia Galliano, tuvo su “fiesta” en la tarde de este sábado y los fieles se acercaron en gran número, desobedeciendo las órdenes de Mario Antonio Cargnello.

El máximo sacerdote de la Iglesia Católica salteña, Mario Antonio Cargnello, expresó en la semana su negativa a autorizar la misa y festividad en honor a la Virgen del Cerro, uno de los atractivos religiosos que más devotos mueve en la provincia y que es generador de muchas fuentes laborales por la cantidad de turistas que convoca. La virgen de María Livia Galliano, tuvo su “fiesta” en la tarde de este sábado y los fieles se acercaron en gran número, desobedeciendo las órdenes del Monseñor.

Nadie sabe el motivo, pero muchos se preguntan por qué Cargnello es tan reacio con una humilde imagen religiosa. ¿Será que como el negocio no pasa expresamente por sus manos, es menos milagroso? Tal es el rechazo de la Iglesia que hasta el mismo Papa Francisco manifestó su disconformidad con la “vidente” que suele llevar a los fieles los mensajes que la Virgen dice enviarle en formato de locución interna. En 2013, Jorge Bergoglio investido en Sumo Pontífice comparó el caso de la Virgen del Rosario de San Nicolás con la Inmaculada Madre del Divino Corazón de Salta, conocida popularmente como la Virgen del Cerro.

La primera de ellas hizo su aparición por primera vez, según la historia, en el año 1983. La elegida para enviar el mensaje a la sociedad fue Gladys Motta. El 25 de septiembre de aquel año, Gladys vio que el rosario que colgaba de su habitación se iluminó y entonces comenzó a rezar. Posteriormente, la mujer sintió un hormigueo en los brazos, como si se tratara de un aviso celestial y en ese preciso instante se le apareció María. En ese tiempo tenía 46 años y era devota católica. Siete años más tarde, en Salta, comenzaron los sucesos de María Livia en Salta.

¿La diferencia entonces en dos casos similares? La respuesta es simple. Para que la Iglesia reconozca a una Virgen o algún Santo, tiene que pasar algunas pruebas. Entre ellas, que sea la propia curia quien sea emisora de los mensajes que estas entidades envían a los fieles. Lo dijo el mismo Sumo Pontífice. “El Papa reconoció que en Argentina, en San Nicolás de Arroyos ‘Dios ahí hace milagros’ y que la vidente, Gladys Quiroga de Motta, es humilde y obediente (‘el obispo le dijo: si tiene más mensajes, me los pasa a mí, no hable más’ y esa mujer ‘no habló nunca más’). ‘En cambio, en Salta la vidente protagoniza, si te acercas te hace así’ (gesto de imposición de manos) ‘y vos te caés de espaldas’. ‘Feo es que protagoniza y no deja de protagonizar. Y le dice al obispo que la Virgen se lo pide’” reza un artículo periodístico de aquellas épocas.

Esto explica por qué Monseñor (Cargnello, no Cánepa) no aprueba las festividades de la Virgen en Salta, a pesar de la cantidad de feligreses que mueve semana a semana, mes a mes. Si el negocio religioso no pasa por las manos de quienes manejan las Iglesias, el santo pone en duda su devoción. El mensaje es claro y arcaico, si no se hace caso, la curia te da la espalda. Antes, tal vez, eso podría haber traído aparejado muchos problemas, sabemos de lo que fueron capaces años atrás “en nombre de Dios”; pero hoy en Salta es distinto. Y no porque la Iglesia así lo quiera, sino porque una sola mujer logró imponerlo.

A pesar de la orden de Mario Antonio Cargnello de no realizar la misa y tradicional convocatoria a la Virgen del Cerro, este sábado miles de fieles se hicieron presentes en uno de los puntos más altos de la ciudad para expresar su fe, agradecimientos, peticiones, y por qué no su repudio ante quienes llegan las riendas del catolicismo que quieren o pretendieron cercenar el libre culto en pleno siglo XXI.

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