Panorama Político Salteño
Malestar

Solo un kamikaze se hará cargo del Ministerio de Salud en llamas que dejó Esteban

Juan José Esteban mintió. Sus ganas de dejar el ejecutivo ante su ya indisimulable inoperancia y la falta de compromiso de su equipo en tiempos difíciles, hicieron que cometa un error garrafal en sus declaraciones. (Dibujo: NOVA)

Juan José Esteban mintió. Sus ganas de dejar el ejecutivo ante su ya indisimulable inoperancia y la falta de compromiso de su equipo en tiempos difíciles, hicieron que cometa un error garrafal en sus declaraciones.

Días atrás, mientras todo un pueblo se olvidaba momentáneamente de tantos problemas que lo aquejan, Esteban anunciaba su pronto alejamiento de la cartera de Salud Pública "para acogerse al beneficio de la jubilación". Con el correr de los días, finalmente confesó que tiene muchas ganas de volver a su consultorio privado, con sus pacientes de siempre, a quienes ya extraña.

Las palabras del todavía ministro no sentaron bien, sobre todo porque hoy su área es una de las más complicadas en materia de gestión. La falta de inversiones, los contratos precarios que sobreviven desde la época del covid cuando salieron a buscar profesionales hasta debajo de las piedras, los salarios bajos de éstos, la falta de insumos y la llevada de la siempre trágica época estival donde se registra el mayor número de enfermedades tropicales y decesos por desnutrición y deshidratación, hacen de Salud Pública un caldero a punto de estallar en las manos de quien ose hacerse cargo en el final de este período de Gustavo Sáenz como gobernador de Salta.

A diferencia de lo que ocurre en otros ámbitos, donde al partir un funcionario hay una larga fila de pretendientes deseosos de ocupar la vacante; en esta ocasión la situación es distinta.

No solo porque no hay demasiados rostros que puedan ser amigables con la gestión; sino porque esos pocos, no se animan a tomar el mando sin tener algún arreglo que los pudiera beneficiar seriamente como para dejar, ya sea gerencias de hospitales, o la actividad privada tan redituable en épocas de devaluación. Es así que los nombres que se barajan, a cinco días del anuncio de Esteban, siguen siendo solamente cartas tiradas al azar en una mesa cuyos jugadores, hoy, están muchísimo más pendientes del mundial de Qatar.

Entre los potenciales candidatos surge Federico Mangione, un médico amigable con el periodismo, aunque resistido dentro de la estructura interna del Hospital Público Materno Infantil que dirige actualmente.

Su nombre es el primero que se baraja cada vez que se cuestionó la gestión de Juan José Esteban, al punto que alguna vez admitió que le gustaría, incluso, asumir al frente del Ministerio.

En su contra tiene la mala relación con los profesionales no médicos del HPMI que se sienten desprotegidos: Entre sus fieles colaboradores, se encuentra un médico cuyo lazo familiar lo emparenta con Pablo Outes.

Éste ya habría protagonizado distintos hechos que llegan a catalogarse como violentos, contra el equipo sanitario del nosocomio y pacientes y sus familiares. Curiosamente, a inicios de esta semana los medios aseguraban que Mangione sería el reemplazante, hecho que el médico se encargó de desmentir aduciendo que no había habido charla alguna con el Ejecutivo.

Completando el podio de los "posibles" se encuentran Marcelo Nallar y Pablo Salomón. El primero es el titular del Hospital Arturo Oñativia y está acusado, entre algunas cuestiones, de malversación de fondos, violencia, maltrato y persecución laboral junto a su entorno.

Una médica de apellido Trejo denunció ya años atrás al médico por violencia de género en el INADI en una causa que no avanzó. Supo tener un cruce con la ex ministra del área, Josefina Medrano, quien ya alejada de la función pública afirmaba que en su hospital se "mezquinaban" las vacunas contra el covid y luego éstas se vencían. Salomón, por su parte, es gerente del San Bernardo, el hospital más importante de la provincia, y fue denunciado por ATE por conducta antisindical al no permitir elecciones de delegados en el nosocomio, por persecución laboral tras echar a una enfermera de apellido Reynaga cuando ésta exigía mejores condiciones durante los picos del covid, y fue acusado de no cumplir con los requisitos para presentarse en la elección de la gerencia, puesto al que habría accedido por una estrecha amistad con el entonces vicegobernador electo, Antonio Marocco.

Otros nombres que se arrojaron fueron el de Francisco Aguilar, ex titular del COE quien se alejó con una imagen positiva por el control en la pandemia, pero molesto con el Ejecutivo; y Roque Mascarello, quien ya supo dirigir el área en tiempos de Urtubey, aunque éste es, tal vez, el que menos posibilidades tendría de aceptar.

Como dato insólito, falta la autocandidatura de Laura Cartuccia que ve llegar su salida de la Cámara de Diputados y el fracaso electoral en su sueño por ser la sucesora de la actual intendenta capitalina. Éramos muchos...

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