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Por error de Monseñor, una escuela tendrá clases en una iglesia todo el 2023

Ahora Monseñor Cánepa deberá solucionar cuanto antes la cuestión salarial docente, un trámite que los gremios oficialistas se encargarían de facilitar para un inicio de clases en paz.

Matías Cánepa no deja de tener serias complicaciones en el último tramo de lo que podría ser su primera gestión al frente del Ministerio de Educación. Al constante problema que tiene con la plantilla docente, y el apriete continuo de los gremios que amenazan con quitarle cualquier apoyo de cara al inicio de clases, se suma la demora en las refacciones de las escuelas. De hecho, algunos arreglos comenzaron a realizarse apenas días atrás, y eso les representará demoras a diferentes instituciones para iniciar el ciclo lectivo con normalidad; aunque hay un caso en particular que despierta desesperación.

Los padres no quieren tener a sus hijos botando de un lado al otro, en condiciones poco claras o con clases de forma virtual, ellos, al igual que todos los salteños, quieren una educación de calidad, que sus hijos puedan recibir el contenido en un lugar acorde, bajo infraestructura sólida y conviviendo con otros niños. Nada fuera de lo común diríamos en otros tiempos. Pero, después del paso de la pandemia, hay funcionarios que no caen realmente en el perjuicio que se causó a las infancias y adolescencias debido a un improvisado plan para afrontar la crisis educativa empeorada por el covid.

Es así que, en pocas palabras, Matías Cánepa, ministro de Educación de Salta y miembro honorífico del Opus Dei local, se convirtió en uno de esos funcionarios a los que no les llega el agua al tanque y, si les llega, al igual que en el Itiyuro, les produce algún tipo de desarreglo. Sino no se explica el por qué desde su área enviaron a demoler gran parte de una escuela en el coqueto barrio de Tres Cerritos, a donde asisten niños de todas las clases sociales adyacentes, días antes del inicio de clases.

Los niños, en vez de volver a ver a sus compañeros, conocer a sus nuevas maestras o simplemente disfrutar del recreo en los pasillos donde pasan los primeros años de su vida, ahora deberán asistir a salones parroquiales para el dictado de clases y, en algunos cursos, la modalidad a aplicar sería la virtualidad, aquella que desnudó las diferencias que tienen las familias para poder acceder a servicios básicos como internet.

Para males de casos, desde Educación ya advirtieron a los padres que dicha institución, que ya arrancó con graves falencias el año pasado, permanecerá cerrada hasta noviembre; es decir un año fuera de esas aulas, tal y como ocurre en la escuela Urquiza, ubicada a dos cuadras de plaza 9 de Julio y que se encuentra con accesos bloqueados desde febrero del 2022.

Ahora Monseñor Cánepa deberá solucionar cuanto antes la cuestión salarial docente, un trámite que los gremios oficialistas se encargarían de facilitar para un inicio de clases en paz. Es parte del acuerdo, aquel acuerdo que depositó a Cánepa en el Ministerio del que no lo pudieron sacar, a pesar de que muchos aseguran que todavía ni asumió.

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