Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga y el femicidio en la familia del Tuty Amat

Martín Vestiga, colaborador de NOVA. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

La Cámara de Diputados tiene ese "qué se yo" que ocasiona que quiera darme una vuelta de vez en cuando. Por estos días, aprovechando el parate en las sesiones que nadie explicó aún por qué, pasé a hablar con unos amigotes que, entre puchos y café colado, contaron algunos dolores de cabeza que aquejan al presidente del cuerpo legislativo desde el fin de semana.

Una de esas fumadoras pasivas que paseaba por los pasillos de calle Mitre 550 era mi querida Elba Gallo, aquella mujer de rostro "churito", pero de pronunciadas curvas que huyó de Tartagal tras la derrota electoral de Marito Mimessi y encontró conchabo en Capital, a quien los chismes no se le escapan, por cierto.

Liviana de palabras, como de costumbre, Elbita mencionó un hecho policial que podría haber pasado como una tragedia más, pero a los ojos ávidos en el tema algo llamó la atención. El silencio en los medios locales, y la falta de información de origen oficial, hicieron sospechar que algo raro había detrás del femicidio violento de una mujer ya entrada en edad, y cuyo caso esconde ribetes de tinte mafiosos.

Doña Lucrecia Alegres de López Amat fue hallada sin vida el sábado último en un departamento de calle General Güemes, en el macrocentro de la ciudad. Tenía 71 años y su cuerpo presentaba signos de violencia extrema. Tenía marcas de golpes y un corte en la zona del cuello. De terror.

Charlando con Elba, contó que la mujer es familiar directa del presidente de la Cámara de Diputados, Esteban Amat, a quien no se lo vio desde el día del fatídico hallazgo por la Legislatura, ni las oficinas de Gastón Galíndez, en calle Zuviría al 400. Llama mucho la atención que, a pesar de ser una zona monitoreada, y de tratarse de un edificio con fuertes medidas de seguridad, nadie sabe qué ocurrió y mucho menos hubo detenidos.

Pucho va, pucho viene; se dijo que el silencio obedece a que el móvil del crimen habría sido un ajuste de cuentas que no precisamente involucraba a la mujer en cuestión. De ahí se entiende que hubo una bajada de línea hacia todos los periodistas que reciben alguna retribución desde la Legislatura de no mencionar más de lo acordado en este caso que, al parecer, dará tela para cortar como el caso del ex operador Monges, causa que, por cierto, no presenta ningún avance.

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