Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga y "La Chabela VIP" del vicegobernador

Martín Vestiga, un fiel colaborador de NOVA. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

Cansado de recorrer durante el finde largo las distintas peñas del Corredor Balcarce, que siguen sin reinventarse desde que vivía el Cuchi Leguizamón, y cobran al criollo en dólares como si de Donald Trump se tratara, decidí alejar mis ansias de guitarrear un rato con amigos y visitar un lugar del que mucho se habla dentro del "círculo". Una copia; fiel, pero copia al fin, de la famosa Casona del Molino, en Luis Burela 1, allá, "Caseros, arriba, al oeste" como resuena en estrofas de una de las canciones más populares que tiene la salteñidad.

Al bajar por calle Alberdi, y luego de pasar por los distintos moteles alojamiento de bajo rango que se encuentran desde San Martín hasta calle Corrientes, llegamos hasta una vieja casa, que por fuera no tiene mucha pinta de peña, pero en el interior se sentía música, y bastante fuerte. Bajamos del taxi junto a un amigo cantor, guitarra en mano, sombrero en la otra, y emprendimos camino hacia la fila que se formó a un costado de lo que parecía ser la entrada principal.

Faltaban aún muchos metros para entrar cuando, de lo que parecía ser un remis trucho de zona sur, bajaron dos mujeres muy "animadas" después de una previa al mejor estilo Nico Kripper. No me atreví a mirotear mucho por esto del acoso y bajé levemente la mirada hacia el suelo. Sentí que una de ellas gritó: "¿Tincho? ¡Tincho! Ahí levanté la vista. Una de las dos fiesteras era mi amiga, Elba Gallo, famosa por sus curvas hipnotizantes, aunque de rostro no tan a tono, pero con lo primero basta para mezclarse entre los popes de la política vernácula. "Vienen con nosotras" le dijo a uno de los hombres que estaban en la puerta del lugar y me hizo seña con la mano. Con cierto temor, como el de quien hace algo indebido, ingresé al local en el que sobraban empanadas y vino tinto de cualquier marca y tonalidad.

- "Que raro vos amigo por estos lugares. ¿O andás en búsqueda de algo? Porque sangría no tomas, y de las empanadas me dijiste en Tartagal que estabas cansado" me dijo Elba mientras me llevaba del brazo hacia una de las mesas cerca de una pileta.

- "No Elbita, solo salí con mi amigo a despejarme un rato" le respondí.

Una vez sentados y esperando a que nos traigan la carta, Elba Gallo se me acercó para susurrarme algo que no lo hubiera sospechado, al menos de tan respetable lugar.

- "Mirá. A ese grupito de allá las hacen laburar"

- "¿De mozas? ¿hacen algún show?" le pregunté sin entender a la primera aquello que me quería decir.

- "No seas opa Martín, en eso Rosca te saca ventaja" me respondió con un tono burlesco, mencionando al innombrable. "Acá es como en 'La Chabela' solo que de la cream de la cream. Traen a gente 'fulera' o de peso, y acá tienen todo servido. Dicen que algunos de los visitantes de la provincia hasta hicieron cerrar el lugar o parte de la peña para ellos y sus acompañantes temporales, para luego irse bien acaramelados hacia alguno de los 5 estrellas o para zona de San Lorenzo con una salteñita de los valles".

No sé si habrá sido la música, el efecto inmediato del malbec, o el desconocimiento en la materia, que no le presté demasiada atención a lo dicho por Elbita. Al salir, luego de haber dejado al cantor en su casa, le pregunté al remisero que me llevaba qué cosa era La Chabela. El hombre, de barba blanquecina y olor a cigarro barato, soltó una carcajada y solo respondió: "No es algo, era alguien. Creo que murió hace unos años. Fue una leyenda. 'Las Tres Puertas' a orillitas del canal, la calle Florida, el Bajo Chico. Ahí había más gente que en las cervecerías estas de moda durante muchos años. Ahí me quiso llevar mi viejo, pero mi mamá no lo dejaba. ¡ja! Si San Antonio hablara".

Tu teléfono es de total dominio popular

Y tu colchón tiene más huellas

Que una playa en pleno verano

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