
Aunque no se sabe si la mujer en cuestión es hincha de Central Norte y seguía festejando el ascenso de los Cuervos a la B Nacional, sí se corroboró que circulaba con una cantidad impresionante de alcohol en sangre a la hora de protagonizar un siniestro en una de las arterias más transitadas por los salteños. Pero vamos desde el principio.
Corría la calurosa tarde del lunes en paz. Mientras parte de la provincia aguardaba la llegada del equipo que se coronó en Catamarca, la gran mayoría seguía realizando sus tareas habituales. Es que sí, un partido no altera el ritmo de vida de la población en su conjunto. Con la temperatura cerca de los 30 grados, y con un vapor reinante debido a la lluvia matinal, "el garguero" de muchos estaba seco y, ya dicen los especialistas, hay que hidratarlo.
Pero fonoaudiólogos, foniatras, especialistas en laringe y muchos más saben que la hidratación consiste en agua, sobre todo, en su estado más puro; no en una mezcla de uva macerada y destilada cortada con alguna gaseosa de primera marca, o compuestos de hierbas, o malta y cebada. Eso, reiteramos, los del ámbito de la salud lo saben a la perfección.
Es por ello que llama la atención que una profesional de la salud, que encima se desempeña como jefa de un centro de salud, no haya tenido en cuenta las recomendaciones y se haya "empinado" una cantidad incalculable de bebidas espirituosas antes de salir a la calle manejando su vehículo y protagonizar lo que pudo ser una tragedia.
Resulta que a metros del Shopping Alto Noa, Verónica Luñiz Zavaleta Uriburu perdió el control de su Chevrolet Onix, se subió a la platabanda de avenida del Bicentenario, cruzó de carril y colisionó a una camioneta que esperaba, pacíficamente, que el semáforo se pusiera en verde para continuar circulando.
Afortunadamente no hubo lesionados, solo daños materiales, pero el escándalo vino después. Es que la funcionaria no solamente no aceptó las culpas, sino que agredió a los tripulantes del vehículo que ella chocó. Además amenazó a esta gente y a un policía que no podía contener a la mujer para que se quede en la escena, aduciendo que ella era alguien importante por tener triple apellido, ser funcionaria y protegida; por lo que se fue caminando, y vociferando improperios luego de realizar el soplido de pipeta que arrojó un escalofriante resultado de 2.53 grados de alcohol en sangre. ¡Una bestialidad!
Pero lo que más llama la atención es que, a más de 48 horas del hecho, desde el Ministerio de Salud que conduce el médico Federico Mangione, no se expresaron al respecto. Es que Luñiz Zavaleta Uriburu, de profesión psicóloga, tiene un cargo jerárquico al ser jefa de un centro de salud y, a pesar del escándalo, sigue en funciones, demostrando que tiene privilegios o alguien la protege. Esto en la muni no pasa.