Política
Imagen negativa

La coronita de Juan José Esteban

Desgastado, a la fecha es de los que encabezan la lista de "mal vistos" y su "jubilación" sería un buen motivo para dar un paso al costado.

Hace menos de dos años, al asumir el cargo como ministro de Salud en medio de la primera ola trágica que dejó el Covid-19 en Salta, el ex gerente del hospital Señor del Milagro, Juan José Esteban, era visto como un mesías en medio de la crisis sanitaria. En tan solo meses, la imagen de ese "salvador" fue duramente cuestionada tras maniobras que dejaron en jaque el poder de decisión que pudiera tener el funcionario en cuanto a lo que la pandemia respecta. Hoy, con una pandemia cada vez más superada por la humanidad, aunque en puertas de un nuevo embate; el sistema sanitario le pasa factura por la poca gestión que tuvo, más que dar la cara y esclarecer los casos diarios de contagios o fallecidos. Desgastado, a la fecha es de los que encabezan la lista de "mal vistos" y su "jubilación" sería un buen motivo para dar un paso al costado.

Desde que llegó, incluso hasta hace pocas semanas atrás, el titular de la cartera sanitaria provincial gozó de cierta "inmunidad" tanto de medios de comunicación, como de la clase política o la sociedad en general. Las críticas hacia su persona fueron leves, y casi nulas. Incluso desde la prensa no suelen arremeter contra él, como sí le ocurre a sus pares ministros como Matías Cánepa, Sergio Camacho o Abel Cornejo. Pero eso no ocurre de puertas para adentro de hospitales, centros de salud y puestos sanitarios de la provincia. Allí se acumuló por meses un malestar generalizado, que estalló en la cara de Esteban, como habíamos anticipado meses atrás.

La manifestación de trabajadores del hospital de Tartagal solamente fue la mecha que derivó en un gran estallido socio-laboral contra Juan José Esteban. Aquel "mártir" que era recibido tiempo atrás con laureles en las distintas localidades del interior salteño; ahora es mal visto y, si lo reciben, lo hacen con una protesta con pancartas en donde remarcan sus reiterados desaciertos. El paro en el Juan Domingo Perón, derivó en la expulsión del gerente de ese nosocomio, como si esto fuera la solución. El médico que solamente contó la verdad, fue eyectado de su cargo por orden del ministro que no soportó la crítica. Ante esta persecución, los gerentes de distintos hospitales de la provincia ya expresaron su preocupación. "No podés decir nada porque 'el gordo' te deja sin laburo", manifestaron desde el sur provincial. Idéntica situación se vive en los distintos departamentos donde ya consideran que criticar por no recibir lo necesario para brindarle bienestar a los salteños, puede implicar la pérdida del trabajo, en una de las provincias con mayor pobreza del país.

Meses atrás el propio Esteban dejaba en el aire la posibilidad de alejarse del cargo, aunque no de forma voluntaria. “Será el gobernador quien me pida la renuncia”, sostuvo durante la visita de Alberto Fernández a entregar casas en el norte de la ciudad. Cuando todos esperaban un cambio para oxigenar las filas, lo único que se solidificó fue el cargo de su hija en el Gobierno, a cargo de los adultos mayores.

Juan José fue, desde el inicio de esta pandemia, un dolor de cabeza para el Ejecutivo. Mientras era un simple médico, difería de las opiniones de las más altas esferas, y hasta instaló una especie de psicosis en el común de la gente que veía eso, por aquel entonces, como la “verdad” de lo que ocurría. Hoy, analizando en frío, la mayoría de pronósticos que tuvo, como una temprana circulación comunitaria del virus cuando se contabilizaban escasos casos, sospechosos y positivos, no fueron tales; pero le sirvieron para crearse una especie de revelador en medio del caos. Eso, sumado a su ya contada buena relación con los medios, lo colocaron en el cargo que ocupa actualmente.

Que los gobernantes son reticentes a la hora de dejar afuera a todo aquel sospechado de alguna maniobra poco clara, es notorio. Esteban dio cátedra, sobre todo en los últimos 18 meses, que por más buenas intenciones que se tenga, siempre habrá una especie de favoritismo e inclinación para tener ventajas, como nombrar a su hija odontóloga en un cargo altísimo sin mucha relación con su profesión; o seguir siendo funcionario a pesar de haber sido el protagonista principal de las vacunaciones VIP en la provincia. A Ginés González García, por lo menos, le sacaron tarjeta roja. Acá, la coronita, se la seguimos bancando todos.

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