
Dicen que no “hay tonto sin suerte” y que más de uno sucumbe ante la tentación de un “sobre” mensual bajo la mesa. En Salta, la linda, es muy común predicar con la “bragueta abierta” sobre valores, transparencia, falsa moralidad y un montón de otras “chácharas” que rondan a los “buitres prenseros” que, en pos de unos manguitos extras, son capaces de vender el alma al mismísimo “coludo” (lucifer, pata de cabra, señor de las tinieblas, mandinga, etc.) y en el caso de aquellos que no pueden “morder” unos pesitos de arcas del estado, debido a sus aires de divos de Hollywood, se dan a la tarea de defenestrar, muchas veces con artimañas de baja calaña a quienes no le quieren aflojar la “tarasca”.
Por ejemplo, todos se preguntan qué fue de la vida del abogado Gonzalo Guzmán Coraita, quien en su afán de paladín de la justicia “pautera”, no cesaba en su reclamo permanente ante la justicia de conocer cuánto se abonaba a cada medio salteño en concepto de pauta institucional.
Cuentan por ahí, que el “pequeño pero peligroso” (apodo que supo ganar en allá por el 2022), abogado y dueño de un medio muy conocido en Salta llamado “Salta Transparente”, deambula por los pasillos de algún organismo gubernamental, pero como no “pincha ni corta”, entra como como “Don Luís” vendiendo el diario en el pasillo de algún hospital público y luego se retira.
Desde su entorno más cercano aseguran, que Coraita decidió dar un paso al costado con el curro encubierto y apretador de conocer la pauta de cada colega de la prensa, ya que, por ahí, alguien se apiadó del “boga” y le está tirando un centro como para salvar el puchero ya que estaría sufriendo una crisis con su pareja por no ingresar “biyuya” a las arcas hogareñas.
Por otro lado, y como nada se escapa al ojo clínico del observador, cuentan los rumores que el letrado le habría pedido ayuda al derrumbado periodista, Abel Díaz, quien en su momento fue amigo de Coraita al punto que le había pedido que unan criterios de “valores” morales en su programa dominical de aquel momento.
Lógicamente y como era de esperarse, Díaz le negó su ayuda ya que está en tiempos de austeridad y todo “pesito” que le entre debe guardarlo para comer y pagar el alquiler. Y es que ya no está en los viejos tiempos, donde era apadrinado por el “romerato” y recibía casi 10 palitos por mes, mientras que, a sus empleados los tenía a pan y agua y una propina en concepto de sueldo; todo esto bajo la órbita del abogado justiciero, quien nunca dijo nada al respecto, por respeto a la amistad y al sobre que los unía.