Política
Después de medio siglo

Fin de una era: el adiós definitivo a Pedro Serrudo, el señor Munipa

Serrudo, que durante más de 30 años gozó de licencia sindical como secretario general de la Unión de Trabajadores Municipales (UTM).

Después de medio siglo viviendo de la nuestra, Pedro Serrudo dejó oficialmente de ser empleado municipal. El decreto firmado por el intendente Emiliano Durand, y que fue publicado este martes en el Boletín Oficial, marca el cierre de una historia que mezcló poder gremial, privilegios y una sorprendente resistencia al paso del tiempo dentro del municipio salteño.

Serrudo, que durante más de 30 años gozó de licencia sindical como secretario general de la Unión de Trabajadores Municipales (UTM), quedó desvinculado tras una resolución judicial que le quitó la protección gremial. El fallo del Juzgado Contencioso Administrativo de Segunda Nominación habilitó al Ejecutivo a cortar un vínculo laboral que parecía eterno.

El decreto recuerda que ya en 2013 el dirigente había sido notificado para iniciar su trámite jubilatorio, pero el expediente quedó en pausa mientras Serrudo seguía ejerciendo poder desde su despacho sindical. Esta vez, la Municipalidad le bajó la persiana definitivamente, aclarando que el empleo público no es una herencia ni una propiedad privada: “no es vitalicio, termina cuando corresponde acceder a la jubilación”, se señala en la resolución.

El intendente Durand, por su parte, justificó la medida como un acto de estricta legalidad y no de revancha política. “Nadie es dueño de la Municipalidad ni de la ciudad”, dijo el intendente, que intenta marcar distancia de las viejas estructuras sindicales que durante décadas manejaron los hilos del poder interno.

Durante su extenso reinado al frente de la UTM, Serrudo fue mucho más que un gremialista: se convirtió en un actor con peso político y capacidad de presión dentro del municipio. Él mismo reconoció públicamente que al menos una decena de familiares suyos obtuvieron cargos municipales, un dato que simboliza el modo en que se construyó -y sostuvo- su influencia durante tanto tiempo.

El final llegó sin épica ni resistencia visible o significativa, apenas con la firma de un decreto que sepulta una era. La del sindicalismo eterno, apretador y transero. El munipa que se volvió capanga. Pedro Serrudo deja atrás medio siglo de historia municipal y un legado que difícilmente alguien quiera repetir.

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