Política
¿Aprenderá a ser diputada?

Emilia Orozco: un poco de mentira, sazonado con hipocresía y mucho de oportunista

María Emilia Orozco quiere ser senadora nacional por Salta.

María Emilia Orozco quiere ser senadora nacional por Salta. El problema es que todavía no aprendió a ser diputada, y mucho menos entendió que un cargo público no se trata de posar para Instagram, ni de repetir frases de autoayuda recicladas en formato político.

La salteña que jura ser “la nueva política” pero lleva en esto más de 8 años, desde que militaba para Alfredo Olmedo en el conservadurismo más rancio de Salta desde el partido Ahora Patria. Olmedo, jefe de Orozco, es el mismo que quería que los alumnos recen antes de entrar a clases pero engañaba a su esposa en telos de Salta capital a la vista de todos... ¿Es esto lo nuevo? ¿Un refrito barato de lo más rancio de la política local? Veamos…

Durante esta campaña, cada entrevista que da, Orozco entra en furcios, mentiras y contradicciones. En busca de un puñado de votos, la diputada nacional aseguró, con un dejo de resentimiento, que viajaba en colectivos “llenos de extranjeros”. Sí, leyó bien: llenos de extranjeros. Como si la desgracia no fuera la precariedad del transporte, sino el color de piel o el acento de los pasajeros. El coaching libertario convertido en xenofobia barata. Y ni que ella fuera una alta rubia.

Subida a la moda de las críticas populistas, además, la diputada también decretó que la Universidad Pública es un fracaso. Que no hay graduados de calidad, que el 50 por ciento no aprueba ni una materia, y que “sufrió y padeció” su paso por la UNSa.

Sin embargo, ahí está, luciendo el título de Comunicadora Social que la universidad pública le dio gratis. O sea: si no fuera por la institución que desprecia, hoy estaría buscando likes en TikTok en lugar de un segundo sueldo en el Congreso. Recordemos que ya tiene uno de diputada nacional.

Cuando habla de política, su argumento es tan sólido como el vidrio que ella misma describe: “credibilidad de cristal”. Critica al votante que no eligió a La Libertad Avanza en Buenos Aires con la soberbia de quien se cree iluminada. Los que no entienden son siempre los demás, el pueblo sensible, los que “hay que explicarles”.

A Orozco se le escapa la pata todo el tiempo: no soporta la disidencia, necesita un electorado obediente, dócil, moldeado a los gritos de Milei. Por momentos, la sombra del facismo se asoma peligrosamente. Da miedo.

Lo más hilarante es su concepto de gestión: “acompañar el proyecto nacional”. Ese es su plan para Salta. Ni una idea propia, ni una propuesta concreta, ni un asomo de independencia. El futuro de la provincia reducido a aplaudir en el Senado lo que dicte Javier Milei desde la Rosada.

Y esto no es un invento, desde que asumió en 2023, la diputada nacional María Emilia Orozco no presentó un solo proyecto de ley, ni gestionó ningún tipo de obras para la provincia, en donde las rutas nacionales son una trampa mortal, allí la ausencia de Orozco queda grabada a fuego.

Obsecuencia boba, permanencia en cargos. Vidas de lujos con la tuya. Orozco podría tranquilamente sacar el carnet de La Cámpora, hay pocas diferencias entre ella y Mayra Mendoza.

Y claro, en tiempos de redes sociales, también miente con descaro. Jura que nunca pagó publicidad en internet. Mientras tanto, los registros oficiales muestran más de 200 millones en anuncios, fanpages y bots diseñados para inflar su nombre. ¿La nueva política? La vieja trampa de siempre, maquillada con filtro de Instagram.

Orozco es candidata porque su carrera depende de Milei y porque en Salta no logra construir nada propio. Fue concejal, intentó renovar la banca y la gente le dio la espalda: no juntó ni las sobras de votos para hacer piso. Pero en lugar de retirarse a la vida privada, encontró el atajo libertario en el momento oportuno: disfrazarse de outsider mientras acumula cargos, sueldos y micrófonos.

La novedad de Orozco es solo el envoltorio. Adentro hay lo de siempre: prejuicio, soberbia, obediencia ciega y ambición sin sustento. La “nueva política” resulta ser un reciclaje vergonzoso de lo peor de la vieja. Y lo más grave: pretende representar a Salta sin hablar una sola palabra de Salta. Sin nunca haber hecho nada por Salta. Y sin preocuparse de Salta. Puro Status Quo.

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