Política
Ni lento, ni perezoso

El "Oso" rechaza la Ley Bases, pero levantó la mano para aumentarse el sueldo

No se explica cómo algunos dirigentes pueden seguir contando con el apoyo de la gente.

No es novedad que para los políticos y opositores salteños sea más fácil ver la paja en el ojo ajeno antes del matorral en el propio, pero sigue resultando increíble que la gente les siga creyendo. ¿Que cada pueblo tiene los representantes que se merece? muchas veces sí. Tal vez por ignorancia, enojo o simplemente desinterés, es que siguen las viejas caras ya conocidas, o las no tan nuevas que llegan bajo promesas de mesías y se terminan acoplando a mandatos más añejos.

Si no es por estos simples motivos, entonces no se explica cómo algunos dirigentes pueden seguir contando con el apoyo de la gente, a punto tal que sigan erigiéndose como figuras de su espacio político y hasta permanezcan años en cargos electos por el propio pueblo que dice despreciarlos. Ejemplos sobran. Y exista o no el poder y la mafia de por medio, el que elige es cada uno dentro de un cuarto oscuro cada dos o cuatro años; hay que hacerse responsables de ello.

Por estos días, la discusión nacional gira en torno a lo que ocurre en el Congreso de la Nación, donde se llevan a cabo algunas de las negociaciones para definir la aprobación, o no, de la Ley Bases solicitada por la administración de Javier Milei. Decimos parte de las negociaciones porque un buen porcentaje es acordado con los gobernadores quienes bajan línea a sus legisladores, como ocurrió en Diputados, pero hay un buen número que no responden a los designios provinciales como el caso de Salta que cuenta con dos senadores K y uno reconvertido en ultra libertario.

Si hay algo que destacar es que los dos bandos de senadores salteños están bien delimitados. Sergio Leavy y Nora Giménez aprovechan cualquier ocasión para mencionar que votarán en contra de la ley; Juan Carlos Romero anunció que su voto será a favor de la misma. Unos defienden gestiones anteriores y criminalizan todo lo que hace la actual; el otro, aunque estuvo alguna vez con ese bando, hoy critica desmedidamente a sus ex compañeros peronistas y está dispuesto a colaborar en todo al presidente actual.

Pero si algo nos enseñó la política salteña es que no nos debemos fiar de nadie, ni siquiera de aquellos que dicen defender intereses distintos, porque mientras con la boca dicen cualquier barbaridad sobre otros, debajo de la mesa se extienden la mano y acuerdan cosas que solamente tienen como beneficiarios a ellos mismos. Así, ni más ni menos, fue como Leavy, Giménez y Romero, extendieron sus manos a la hora de la infame votación en el Senado Nacional semanas atrás, donde decidieron aumentarse la dieta y llevarla alrededor de los siete millones de pesos mensuales.

Ahora, lo que no queda claro es como Leavy sigue erigiéndose como figura del oficialismo nacional en Salta, sobre todo porque en la provincia perdió todo en las últimas elecciones. La última vez que ganó fue en 2019, aprovechando el envión del retorno del kirchnerismo, y de ahí se extinguió de la vida política, al menos en las urnas.

Recibió una vergonzosa derrota cuando quiso ser gobernador, en el 23 no pudo meter a sus candidatos y perdió el puesto con el gobernador, en el 23 solo uno de sus "pollos" logró ganar un puesto importante y ahora, seguramente, buscará renovar su banca por otros seis años o disputará uno de los tres lugares en Diputados que dejarán pendientes Estrada, Calletti o Zapata. Pero el Oso, siempre el Oso, está. Y eso es lo que debería cambiar.

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