El ministro de Seguridad de la Provincia, y el ex secretario de Seguridad de su propio ministerio, empezaron esta semana con una serie de acusaciones cruzadas por el caso de Darío Monges, el hombre cuyo pasado sigue arrojando actividades relacionadas con el narcotráfico y el poder y que fue hallado fusilado en un barrio de la periferia salteña.
Desde los primeros minutos de ocurrido el hallazgo del cuerpo, desde el sector allegado al ex juez de la Corte vincularon al fallecido con Cruz. Éste último, tras varios días de silencio, comenzó un ardid por distintos medios de comunicación para desvincularse y lanzarle la pelota a su ex jefe inmediato. En el medio las dudas por el sicariato y el crimen organizado.
De un lado al otro, rebotando constantemente. El caso Monges sigue acarreando gente a su alrededor, y en menos de un mes implicó al ex secretario de Seguridad, al titular de Políticas Penitenciarias, al ministro de Seguridad y Justicia, a directivos del Servicio Penitenciario y a ex funcionarios de Presidencia de la Nación.
Es que la visita que realizó el hoy finado al sicario Oscar "Cabeza" Díaz, con la supuesta autorización de Cruz (según declaró Ángel Sarmiento) involucra a ex funcionarios del gobierno de Mauricio Macri como Darío Lagos, quien era director en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Nación cuando se le otorgó a Monges la credencial de personal perteneciente al Programa de Protección a Testigos e Imputados.
Abel Cornejo, quien mantenía en absoluto secreto el escándalo que salpicaba a Monges y por el cual había solicitado informes en el mes de junio, ahora apuntó contra su sucesor en la Procuración General, Pedro García Castiella, a quien le pidió que investigue cómo el asesor político asesinado a tiros, logró el traslado del sicario "Cabeza" Díaz desde Orán, hacia el penal de Villa Las Rosas en donde, en las últimas horas, removieron a su director.
En este sentido, volvió a remarcar en medios locales que Monges tenía algún tipo de vínculo con el entonces secretario de Seguridad, aunque sea operando con identidades falsas.
Por su parte, Benjamín Cruz, luego de un receso por el milagro religioso de la semana pasada, aseguró que, el culparlo, es una jugada política que busca desprestigiarlo.
El ahora funcionario municipal se escudó diciendo que se mantuvo en silencio para "respetar el secreto de sumario" y pidió que esto quede en manos de la Justicia. Lo cierto es que, aunque Cruz pudo haberse despegado públicamente de tener algún vínculo cercano con Monges, prefirió dejarlo a libre interpretación: "que iba de parte mía, como él lo invocaba, está en el ámbito de investigación de la justicia".
También trató de despegarse y deslindar responsabilidades en su ex superior al afirmar que, de acuerdo a la línea de jerarquía, sólo el ministro puede autorizar el ingreso de visitas a un penal.
En el ámbito de la Justicia también se encuentra la afirmación de Sarmiento quien inculpa directamente a Cruz de ser quien solicitó el ingreso de Monges al Penal a visitar al sicario. A esto se suma el reciente apartamiento del cargo al director de la Unidad Carcelaria número 1 de Villa Las Rosas, a quien se lo investiga por haber permitido el ingreso del sicario, lo cual fue orquestado por el propio Monges y que implica uno de los pedidos de esclarecimientos urgentes que pide Abel Cornejo.
Mientras tanto, el papelón que ambos están protagonizando, sin caer en cuenta que los dos son “cabeza” de diferentes instituciones pública y que estuvieron al mando de un área tan sensible, sigue dejando a la sociedad en el medio, sin contar con el dolor de una familia a la cual mantienen en silencio, aunando esfuerzos para que no se conozcan más detalles de la relación entre el poder, el crimen organizado, Monges y distintos funcionarios ya que el escándalo, al cual intentaron dejar en segundo plano con otro caso resonante como Jimena Salas, promete cobrarse varias “víctimas”.