Política
Marcelo Ramón Domínguez

Cornejo no pudo meter a su amigo como Juez de Corte, y ahora lo deja como ministro

Marcelo Ramón Domínguez es juez de la Sala III de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial en Salta.

Marcelo Ramón Domínguez es juez de la Sala III de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial en Salta. Para la gente, para el común de los salteños, tal vez su nombre no es relevante. Como suele ocurrir, el desconocimiento que muchos tienen respecto a quiénes son sus distintas autoridades, ya sea políticas, ejecutivas, judiciales o policiales, por ejemplo; es notorio en una sociedad diezmada por la falta de información en tiempos de tanta desinformación que circula en medios y redes.

Este nombre empezó a resonar tiempo atrás en la ciudad de Salta cuando, en medio de una serie de denuncia en el ejecutivo provincial, el juez Horacio Aguilar, nombrado en 2020 por el gobernador de Salta, pegó el portazo a la Corte de Justicia salteña y dejaba vacante el lugar para una serie de postulados. Entre los que más resaltaron como posibles candidatos fueron Gabriel Chibán, Eduardo Romani, y el propio Marcelo Domínguez. Ya sea por falta de aptitud o falta de afinidad con quienes llevan las riendas de la Justicia local, Domínguez fue de los primeros descartados y, en su lugar, el ejecutivo envió el pliego que proponía a Chibán, recientemente ascendido a Defensor General, como nuevo juez de Corte. De esta manera, el candidato de Abel Cornejo para que ocupe el cargo que él ostentó una vez, quedaba en el camino.

Desde allí el nombre de Domínguez volvió a la semi tranquilidad mediática; al menos hasta hoy. Es que el reconocido magistrado, distinguido e invitado en múltiples charlas sobre todo universitarias; hoy está cada vez más cerca de ser reemplazante de su amigo personal en una cartera que, desde que se fue Pulleiro, no tiene a nadie relacionado a la seguridad entre sus filas. Si bien el coronel del ejército al cual retiraron también de la función pública no supo conducir efectivamente la provincia, al menos provenía de una fuerza de seguridad. Algo de noción tenía.

Con el desembarco de Abel Cornejo, nuevamente se perdió cualquier pericia sobre esta materia. Podrá tener vasta experiencia en los pasillos judiciales, haber tenido trato con los delincuentes más reconocidos y hasta ser nombrado en como allegado a un cartel narco salteño; pero en materia de seguridad, como lo indica el ministerio que conduce, dejó mucho que desear. Sobre todo porque, al asumir, pretendía llevar la fuerza policial hasta un nivel solo comparable con RoboCop, la entrañable serie de los 90; y terminó siendo una mescolanza de corrupción, drogas, muertes, mafias y financieras truchas.

Aun así, y a sabiendas de que no todo el que provenga de la rama de la Justicia podrá llevar adelante una cartera de Seguridad, Abel Cornejo insiste en dejar como su reemplazante a Domínguez, en una actitud caprichosa por sobre la cordura. El clima electoral, y la poca palabra que tiene a la hora de cumplir con lo prometido, tienen a Cornejo con una muy baja imagen positiva para con la gente que no ve la hora que asuma alguien dispuesto a prevenir delitos, con verdadera vocación e intención de servicio y, sobre todo, que no use la función pública como trampolín para alcanzar algo y dejar sumidos a los salteños en el más ruin desamparo.

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