Política
Exclusivo de NOVA

Alfredo Olmedo, el "héroe" sojero que celebra su propio banquete

Parlamentario del Mercosur por Salta, Alfredo Olmedo, desde La Libertad Avanza (LLA). (Dibujo: NOVA)

El gobierno de Javier Milei acaba de darle un regalo de cumpleaños anticipado al empresariado agroexportador y toda su familia: retenciones cero para los granos hasta el 31 de octubre.

Y, como era de esperarse, el primero en aplaudir la medida no fue un productor quebrado del Chaco salteño ni un oranense que apenas llega a fin de año, sino Alfredo Olmedo, el heredero dorado del emporio sojero más grande del norte argentino y autoproclamado vocero libertario en Salta.

Olmedo festeja, pero no porque la Argentina esté a punto de salir adelante, sino porque sus cuentas bancarias lo estarán mucho antes que la economía nacional.

El hombre de campera amarilla, devenido en predicador libertario, se llenó la boca hablando de que "el campo es el nervio motor de la economía".

Lo que omite es que cuando habla de "campo" no piensa en los pequeños productores que hipotecan hasta la camioneta para comprar fertilizante, sino en sus propios mega silos rebosantes de porotos de soja.

La medida no es un salvavidas para el país: es una alfombra roja tendida para los gigantes del agronegocio, entre ellos, el apellido Olmedo. Mientras tanto, los medianos y chicos siguen aportando carísimas retenciones, ahogándose en la misma lógica de siempre: rentabilidad para pocos, migajas para el resto.

La contradicción es obscena. Olmedo representa en Salta al partido de Milei, el mismo que promete barrer con los privilegios de la "casta". Pero aquí la casta tiene rostro, hectáreas y apellido: es él mismo, celebrando una política que casualmente lo beneficia de manera directa.

Mientras el presidente busca dólares para tapar la hemorragia de reservas, el libertario salteño levanta la copa por la rentabilidad de su propio imperio. ¿El país? Bien, gracias.

Y como si el negocio personal no alcanzara, Olmedo sueña con blindar sus intereses en el Congreso. No apuesta a cuadros políticos con ideas ni a representantes con proyectos de labor parlamentaria: su estrategia es llenar las listas con empleados de su confianza.

Ahí están María Emilia Orozco, Gabriela Flores y Gonzalo Guzmán Coraita, personajes de relleno que orbitan en su sombra y que, de aterrizar en el Senado o en Diputados, servirán más a la agenda del patrón que a la de los votantes. Es la vieja receta del feudalismo disfrazada de nueva política: obediencia al jefe, vacío de ideas, beneficios para la cúpula.

Olmedo habla de "motorizar la economía" y de "producir más". Pero lo que realmente motoriza es su cuenta corriente. Lo que produce es concentración de riqueza en pocas manos.

Y lo que siembra, cada vez que aplaude medidas como estas, es la certeza de que la Argentina seguirá siendo un país hecho a medida de los poderosos, aunque en el relato libertario se lo disfrace de epopeya nacional.

El empresario amarillo conservador, porque de violeta liberal no tiene nada de nada, no festeja el fin de las retenciones: festeja la consagración de un modelo económico que le permite convertir la política en extensión de sus campos de soja. Y mientras él sonríe, los pequeños productores, esos que todavía creen en la ilusión de "sacar al país adelante", siguen cosechando la misma amarga semilla: la de la desigualdad.

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