Indudablemente el premio a la inoperancia de funcionarios que no funcionan esta semana se la llevaron de pie a cabeza los integrantes de la cúpula de la Autoridad Metropolitana de Transporte, por la cantidad de escándalos que vienen sumando en su haber en cuanto a operativos polémicos refiere.
El jueves pasado, atentando contra el trabajo de remiseros que solo buscan llevar el pan a sus mesas; los inspectores, apañados por la pobre gestión de su cabeza, Marcelo Ferraris, interceptaron a un trabajador del volante que trasportaba en ese momento a su esposa y a su pequeña hija desde la escuela hasta su domicilio, amedrentándolos bajo todo tipo de violencia a entregar el vehículo, sin importarles que el peón contaba con toda la documentación del trasporte que lo habilita para circular.
El desastre se desencadenó pasadas las 11 de ese día, cuando un grupo de funcionarios de ese organismo, aburridos de estar "al vicio como oreja i' sordo" y con el fin de justificar su sueldo, les cruzaron las camionetas y bajaron como todo hampón, al estilo de los cárteles mexicanos, para realizar un "procedimiento de rutina" que, a todas las luces, ya se veía que no estaba en el marco legal.
Entre gritos y amenazas de todo tipo, intentaron bajar al conductor que, con todo el derecho, se les retobó cual "toro rosillo", en el afán que no se cometiera una injusticia, quedado atrincherado en el habitáculo del rodado en una estación de servicio.
Sin embargo, la vergüenza de los "patova" no quedó ahí y fueron por más cuando una de sus inspectoras resolvió invadir la propiedad privada y se metió al vehículo del ajusticiado trabajador, "revoleando como michi" a la menor de edad y a su madre que se hallaban en la parte trasera del remis en cuestión, ante la mirada atónita, peor que "vaca que les pitió el tren, de los testigos que transitaban por el lugar.
La tensión fue subiendo de tono al ritmo de la temperatura que, para esa hora ya quemaba hasta los cueros más curtidos de cualquier salteño que labura bajo el sol, claramente en esa nómina no entra la gente de la caja recaudadora más grande de Salta que solo sale a "cascotear" a los más desfavorecidos del transporte impropio.
Un grupo masivo de compañeros de oficio del conductor, se hicieron presentes en el lugar apoyando al remisero, y manifestándose contra las arbitrariedades del organismo que viene de escándalo en escándalo en desmedro de los peones de la conducción. Cansados de sufrir atropellos, uno de los ofuscados manifestantes, le "acomodó" las ideas a un "rubilingo sensible", a tal punto que le dejó "los pelos como tonto internado", metáfora muy común en la zona anteña.
A todo esto, el presidente de la AMT, Marcelo "Bolita de Fraile" Ferraris, apodo que se ganó en el ambiente por su volumen, no apareció a dar explicaciones de lo sucedido, escondiendo la cabeza como "suri" bajo tierra, conducta que dejó en evidencia el desmanejo de la institución.
Finalmente, la verdad triunfó. Ante la atenta mirada de los pocos medios de comunicación que se animaron a llegar al no tan remoto lugar, el trabajador se retiró con su auto, aunque con un sabor amargo por el mal momento que le tocó vivir.
Por otra parte, los "milicos frustrados" de Ferraris emprendieron la huida como "perro que volteó la olla", en medio de una vergüenza propia y ajena que no se olvidarán en sus vidas.
Dicen por ahí que la falta de presencia del funcionario en el lugar de los hechos para respaldar a sus subordinados, se debió a que el magnate de las licencias no estaba en la provincia, sino que seguía disfrutando de las mieles del descanso del mes 9.
Otros afirman que ni él mismo puede controlar a los falsos justicieros que arremeten como si fueran el FBI contra tacheros, remiseros y UBER's, bajo las órdenes de ellos mismos, ya que, a la "compañera" que invadió el vehículo, a pesar de que fueron a bancarla, no le brindaron apoyo suficiente y la dejaron frizada en una de las camionetas luego de que se negara a responder simples preguntas a los ciudadanos.