
Salido de la maquinaria de candidatos, políticos, caras conocidas, más potente de Salta, Telefé, Víctor Lamberto tuvo una semana complicada en lo que a campañas refiere.
Primero periodista y locutor, presentador de noticias en realidad, Vitín es una de las caras que logró trascender desde la caja boba a la vida política. No vamos a decir legislativa porque entre su currículum vitae como diputado provincial, se encuentra el desparpajo de haber aceptado que había votado positivamente una ley sin haberla leído, o sea, sin conocerla.
Tuvo un intento en 2019, pero no cuajo, igualmente logró sentarse en la Secretaría de Prensa del Gobierno de Salta. Como era de esperar, desde arriba le ordenaron que ponga cara de escuchar atento, mientras toma nota, y agradecer por la visita. El secretario de prensa Lamberto no decidía nada, ni siquiera la marca del café que le compraban para la oficina.
Al medio, de todo. Siempre con la cara de piedra y una sonrisa amable, le puso el pecho a cuanto disparate y situación turbia tomó trascendencia. Desde el manejo de la pandemia, hasta la autorización para que un renombrado medio local facture programas que no tenían aire. Vitín zafó de esa, la sacó bien barata.
En la Cámara de diputados desde el 2021, Lamberto tuvo un paso aún más intrascendente.
Si repitiendo lo que se le guionaba desde la oficina de arriba no pudo, en diputados, y con un poco de discreción, quizás se note menos. El calculo de los jefes no salió del todo bien, y Víctor Lamberto también la choco en la Cámara Baja.
A un par de sobadores del poder provincial se les había ocurrido congraciarse con los jefes mediante la propuesta de un proyecto conocido en Salta como la “Ley Mordaza”. Fuera de contexto en los tiempos que corren, el texto era de tenor más humorístico que político y avanzaba como un violador sobre los derechos constitucionales mínimos.
El texto se metía de lleno con la libertad de expresión, contrariando la Constitución Nacional y cuanto tratado internacional de derechos del hombre se hayan firmado, un verdadero papelón legislativo que llegó incluso a tener impacto nacional.
Lamberto (¿periodista?), obviamente levantó el bracito por costumbre y quedó pegado al desacierto del sector más Dementor del oficialismo provincial. Como era esperable, el periodismo se acordó de la existencia de Vitín, y el mismo fue duramente interpelado.
La respuesta de legislador nos dejó helados a todos. Fue una cachetada de realidad que hizo que todos y cada uno de los salteños se reprochara la forma en la que había sufragado en ese fatídico 2021 en el que le dio su voto de confianza a Víctor Lamberto: “Soy sincero y te digo que no la leí en su totalidad. Después (de aprobarla), leyéndola minuciosamente y preguntando a personas que saben mucho más que yo, no estaba de acuerdo”.
No defendió su voto, no criticó a sus autores, no se manifestó a favor de la libertad de expresión ni recordó sus orígenes. Sencillamente, y con la cola entre las patas, acepto que se había mandado un “moco”, así nomás y como quien no quiere la cosa.
De allí al escondite mediático hubo un solo paso. Vitín no va a cualquier programa de radio o TV, no da entrevistas a medios que puedan llegar a ponerlo en un lugar incómodo, ni propone proyectos.
La campaña del 2025 lo sorprende haciendo una bajada de nivel, de la Cámara de Diputados al Concejo Deliberante de Salta capital, e intentando ser absorbido por Bernardo Biella y su compinche de campañas desde la Secretaría de Prensa de Salta, Guillermo Kripper, quien ocupará su lugar a ver si mejoramos la puntería.
De todos modos, el Concejo no es un mal lugar de contención, y tiene menos repercusión, quizás allí la cosa sea mucha más sencilla.
Y allí anda. En los barrios, sin propuestas, sin proyectos y sin saber como justificar que vive de la de todos nosotros hace rato, pero no puede darnos nada a cambio. La era de la anti política lo sorprende participando en lotas barriales para tratar de rasguñar un voto. La caída del nivel político en Salta es absurda.