Hasta ahí, todo normal. Pero el apellido Bruno no pasa desapercibido: Eliana es, nada más y nada menos que, sobrina del ex fiscal federal de Orán, José Luis Bruno, actualmente procesado por prevaricato en una causa que lo vincula con maniobras judiciales a favor de narcotraficantes ¡Chan!

El dato no es menor. La Cámara Federal de Salta, en una resolución dictada el 29 de octubre de 2025, confirmó que el ex fiscal favoreció la impunidad de imputados por tráfico de cocaína, en el marco de la causa “Molina-Alemán”.

Según el fallo, Bruno omitió deliberadamente apelar la liberación de un acusado clave, mientras sí apelaba excarcelaciones de menor peso en la misma investigación.

Para el tribunal, su inacción fue “una conducta consciente y coordinada” que benefició directamente a una red narco que operaba entre Bolivia y varias provincias argentinas.

Pese a la contundencia de la resolución, La Libertad Avanza no mostró reparos en incorporar a una familiar directa del ex fiscal cuestionado, como si la carga simbólica del apellido no fuera suficiente para, al menos, generar incomodidad política.

En los pasillos libertarios, la designación de Eliana fue leída como “una decisión interna ya tomada”, aunque nadie parece querer explicar por qué una peluquera sin experiencia política será quien ocupe una banca nacional en representación de los salteños.

Mucho menos se han preguntado si la decisión de posicionar a la misma responda a intereses espurios relacionados a la actividad por la cual, en estos precisos momentos, se tiene en el banquillo al tío de la mujer.

Otro error no forzado o la instalación de un verdadero narcoestado en donde la dirigencia política está relacionada de modo sanguíneo con los cárteles que azotan al norte de la provincia de Salta.

El contraste es brutal: mientras el país atraviesa un momento de crisis institucional, con causas judiciales que revelan las miserias del poder en el norte argentino, la fuerza que prometía “limpiar la política” termina incorporando a la sobrina de un ex funcionario federal procesado por encubrir al narcotráfico.

Ni Javier Milei, ni Orozco, ni los referentes locales del espacio salieron a dar explicaciones.

El silencio, por ahora, parece ser la estrategia elegida por la dirigencia del partido Ahora Patria, sello político que detenta la franquicia de Javier y Karina Milei en Salta.

La historia familiar podría no tener relevancia política si no fuera porque el apellido Bruno ya quedó impregnado en los expedientes más oscuros de la justicia federal.

El ex fiscal fue señalado por actuar en connivencia con el ex juez Raúl Reynoso, condenado años atrás por favorecer a organizaciones criminales dedicadas al tráfico de cocaína.

En ese entramado, el rol de Bruno —según la Cámara— fue “deliberadamente omisivo”, contribuyendo al mismo patrón de corrupción judicial que permitió liberar a narcos a cambio de favores.

Mientras tanto, Eliana Bruno prepara su desembarco en el Congreso sin responder preguntas y con el escudo del silencio partidario.

Quizás en el libreto libertario, donde todo se resuelve a fuerza de silencio y negación o consignas vacías, los vínculos familiares con un ex fiscal procesado por narco sea solo un simple “detalle”.

Pero para Salta, donde la memoria pesa y el narcotráfico amenaza día tras día con generar un verdadero infierno en la tierra, que una Bruno vuelva a ocupar un lugar de poder no es un dato menor: es una ironía más de la política norteña, que parece incapaz de despegarse del barro en el que se siente tan cómoda.