Panorama Político Salteño
El escenario

Urtubey resucita y Orozco se achica: Salta prefiere lo seguro y conocido a lo nuevo que ya huele a fracaso

La diputada salteña Emilia Orozco y el ex gobernador Juan Manuel Urtubey. (Dibujo: NOVA)

Salta, tierra donde los experimentos duran menos que un ministro de Economía en Buenos Aires, vuelve a mostrar que la política no siempre se trata de novedades sino de sobrevivientes y confianza.

Según el encuestador Federico González & Asociados, que midió la provincia entre el 13 y el 17 de septiembre, con una toma de 1600 casos, el electorado empieza a inclinarse hacia un viejo actor local: Juan Manuel Urtubey. El exgobernador que vuelve de sus vacaciones políticas con la chapa de "moderado" y con intenciones de recuperar centralidad.

Los números son contundentes: Emilia Orozco, la diputada libertaria devenida candidata a senadora (aunque aún le quede la mitad de mandato en diputados), roza el 33 por ciento de intención de voto; Urtubey la sigue con un 26 y Flavia Royón se estaciona en 16.

Hasta ahí, parecería una ventaja libertaria. Pero lo interesante es el subtexto: mientras Orozco se desgasta entre peleas internas, acusaciones y un Milei que ajusta hasta el aire, Urtubey capitaliza la nostalgia. Sí, nostalgia: el recuerdo de cuando Salta tenía un gobernador que, con todos sus defectos y negativas, sabía administrar sin turbulencias serías la provincia norteña.

El contraste es brutal. La novedad liberal que prometía arrasar con la "casta", empieza a mostrar grietas que ni las redes sociales tapan. Orozco es, al final, la traducción local de un fenómeno nacional que huele más a desencanto que a revolución.

Urtubey, en cambio, con 37 por ciento de imagen positiva, aparece como el mal menor: el político tradicional que, por repetido y conocido, inspira menos miedo y temor frente al salto al vacío con bandera violeta, que se muestra carente de sensibilidad social en una provincia con serias fallas estructurales.

La encuesta también exhibe un escenario paralelo en Diputados: Gabriela Flores (libertaria) lidera con 35 por ciento, seguida por Emiliano Estrada con 26 y Bernardo Biella con 20. El panorama, lejos de ser un cheque en blanco para Javier Milei y compañía, revela una fragmentación que refuerza la idea de que en Salta el voto empieza a buscar anclas conocidas frente al huracán nacional.

En ambos casos, y a esto hay que meditarlo seriamente, aun quedan 30 días para las elecciones y las diferencias que antes eran verdaderamente importantes, se han acortado. El testeo de González & Asociados muestra una brecha cada vez más corta, incluso con la posibilidad de que en Salta suceda lo impensable: el portazo a la "nueva política".

No es casualidad. Con una economía provincial ahogada por el desempleo, el turismo en crisis y el poder adquisitivo que no llega a los bolsillos, la paciencia social no da para experimentos fallidos. Los analistas lo resumen claro: en Salta pesa más la defensa del litio, la coparticipación y los recursos propios que las teorías de TikTok sobre la libertad. Urtubey se sube a esa ola con un discurso de federalismo fuerte, y en la pregunta sobre quién representa mejor la oposición a Milei, el exgobernador gana con el 46 por ciento.

Los libertarios locales, sin voz ni voto y cuyo único rol es de levanta manos y repetidores de un discurso único emitido por el propio Milei, mostraron no traer ninguna mejora a la provincia, y en este contexto, lo "nuevo" decepciona muy rápido y lo "viejo" se convierte en refugio.

Urtubey resucita gracias a la torpeza ajena. Orozco, en cambio, arrastra la mochila de un Milei en caída libre y de un gobierno nacional que se consume en su propio ajuste, sumado a la incapacidad de propuestas e ideas propias mostrada desde que llegó a la Cámara de Diputados de la Nación.

Se multiplican en redes las críticas a su falta de gestión que mire hacia Salta, o incluso el grave hecho de jamás haber presentado un mísero proyecto en la Cámara baja, a pesar del oneroso sueldo percibido.

Salta, entonces, vuelve a ser el espejo de lo que muchos argentinos sienten: la bronca contra el presente es tan grande que hasta el pasado se ofrece como un futuro mejor.

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