“Es inconcebible que en una provincia como Salta haya gente que no come y pase hambre”, aseguró, y expresó que esa lucha debía ser una prioridad de la sociedad. A casi 11 meses de aquel discurso, la situación de los más vulnerables no cambió mucho.

Distintas comunidades wichis del municipio de Santa Victoria Este, perteneciente al departamento Rivadavia, en el norte provincial; hoy padecen la falta de agua en días en los que la temperatura supera los 40 grados.

No bastó con la muerte de una docena de niños a comienzo de año por falta de agua y alimentos, no bastaron los casos de desnutrición y deshidratación que fueron noticia nacional e internacional; mucho menos los pozos de agua que se comprometieron a realizar el Banco Macro y Marcelo Tinelli, entre otros. Actualmente los wichis del norte salteño siguen viviendo, o mejor dicho sobreviviendo, en condiciones inhumanas.

Comunidades como San Miguel, Vertiente Chica y Cañaveral, entre otras sufren los cortes de energía eléctrica, lo que deja sin funcionar las bombas que abastecen de agua a cientos de habitantes. Algunas de ellas cuentan con bombas a combustible, pero no con el gasoil que las hace funcionar. Para conseguirlo, deben recorrer más de 35 kilómetros para llegar al pueblo de Santa Victoria.

Estas comunidades no cuentan con la asistencia médica adecuada. A mitad de camino entre San Miguel y Santa Victoria solo hay un centro asistencial, en Pozo La China, y de muy baja complejidad. Los agentes sanitarios son quienes cumplen una labor fundamental para preservar la salud de los pobladores, sobre todo de los más chicos, quienes ante la falta de agua potable consumen agua estancada, en mal estado, lo que les produce distintas enfermedades que, en algunos casos, les cuesta hasta la vida.

Un canal salteño reveló que caciques e integrantes de diversas comunidades wichis, organizan una manifestación ante el permanente abandono del Gobierno de Sáenz. La misma consistiría en una peregrinación de más de 520 kilómetros desde el pueblo de Santa Victoria Este, hasta la capital salteña; como una peregrinación, como para la época del Milagro Salteño con las mismas personas que todos aplauden en las calles, con el mismo pedido: no ser olvidados.