Política
Cuenta regresiva

El inicio de clases: una prueba de fuego para Matías Cánepa

Matías Cánepa deberá poner en condiciones óptimas los edificios , asegurar un plan de vacunación para la totalidad de los docentes de toda la provincia y además jugar con la más fea en la próxima paritaria.

A escasos menos de 45 días para el hipotético regreso a las aulas de los alumnos salteños, el ministro de Educación deberá sortear un camino sinuoso para salir adelante.

El 2020 fue un mal año para casi todo el mundo. A excepción de funcionarios y empleados públicos, la gran mayoría de las personas pasaron pérdidas. Se perdieron familiares, negocios, trabajos y, en el particular caso de los adolescentes y niños, el contacto humano.

Desde Nación, y replicado a rajatabla por el ministro de Educación provincial Matías Cánepa, no se percibió una estrategia o una planificación de cara a la pandemia. Incluso, por momentos, los negros sumaron más que los blancos en lo que respecta a las acciones llevadas adelante por Cánepa.

La falta de conectividad, el descuido de los inmuebles estatales (cuyo estado actual es preocupante), la pérdida de material de estudio que no fue repartido, y la nula contención al cuerpo de docentes que trabajó a destajo para llegar a objetivos demasiados borrosos, desnudaron la falta de capacidad del actual ministro de Educación de la provincia de Salta para lidiar con situaciones de estrés.

Por otro lado, y ante la ausencia de estrategias políticas que vayan mas allá de un plan de vacunación que ya nació trunco, el 2021 no depara resultados satisfactorios respecto de lo social y académico. Aún no se conocieron los números reales de deserción escolar en la provincia, pero se estima que la cifra sea alarmante. Y esto es responsabilidad del ministerio de educación.

El segundo punto está relacionado a los docentes. El desgaste que experimentaron fue importante, además de la falta de relación de los mismos con las nuevas tecnologías, lo que provocó que los mismos tengan que aprender sobre la marcha y por cuenta propia el uso de las herramientas necesarias para dictar clases a distancia, y en el peor de los casos comunicarse vía Whatsapp con el alumnado, pone al sector en estado de alerta. Los dirigentes sindicales saben que no pueden permitir que durante otro año se les exija a los maestros y profesores jornadas de 16 horas.

Las paritarias marcarán el ritmo de las relaciones entre Matías Cánepa y los sindicatos. En este sentido, la jurisprudencia no es la mejor. A principios del 2020 fue el funcionario quien ocasionó que los docentes pasen por sobre los sindicatos y se autoconvoquen nuevamente. La oferta estatal era inferior a la nacional, y en muchos puntos hacia agua.

El problema fue subsanado por el mismo Gustavo Sáenz en persona, quien destrabó el nudo prescindiendo de Matías Cánepa para esto, un hecho inédito.

El agravante este año es doble. Por un lado la falta de vacunas, que si bien desde el estado nacional se promete a diario una campaña de vacunación que atraviese a todos los sectores de riesgo, aun no se llegó ni al 50 por ciento del personal de la salud. A esto se suma que un alto porcentaje de educadores son pacientes de riesgo por edad o dolencias.

Los gremios docentes no acuerdan plenamente con el proyecto de presencialidad, al menos no en estas condiciones. El dato es que el gremio ADP, que contiene a la mayoría de los educadores provinciales, se encuentra acéfalo. Además, debajo de la Asociación Docente Provincial existen dos o tres gremialistas que ven en esto una gran oportunidad. No están alineados con el gobierno provincial y tampoco están de acuerdo con el regreso a las aulas.

Así, el ministro Matías Cánepa deberá poner en condiciones óptimas los edificios provinciales, asegurar un plan de vacunación para la totalidad de los docentes estatales y privados de toda la provincia y además jugar con la más fea en la próxima paritaria, que iniciará apenas se lleve a cabo la negociación nacional. Cánepa no debería estar tan tranquilo, se le vienen semanas difíciles.

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