Entre ellos, seguramente, nos toparemos con los candidatos del partido “Memoria y Movilización”, una especie de partido comodín o “panqueque” que formó parte del Frente Renovador para la Victoria, del kirchnerismo salteño, del urtubeycismo y que es aliado del Gobierno de turno.

Hace unos días, se oficializó en el Tribunal electoral a las nuevas autoridades del partido del ex concejal Martín Ávila, un abogado progresista embanderado en los Derechos Humanos.

Llamativamente, para algunos, el nuevo presidente del espacio político es David Leiva. El “Negro” como lo llamaban en su Castañares natal antes de que las nuevas tendencias indiquen que ese apodo no es tan apto para alguien y se lo cambiaron por “El Rey”, empezó su carrera política justamente en este partido y, según Ávila, será el mejor presidente de ese espacio político.

No sorprende la decisión de nombrar a Leiva en la cúpula de Memoria y Movilización, sobre todo teniendo en cuenta que se trata del candidato más votado en la historia de ese espacio político y quien ya manifestó sus intenciones de ir por al menos una banca en la legislatura de la Provincia cuando se presente el próximo 4 de julio, si se mantiene la fecha, en la categoría para diputado provincial. Pero lo que sí llamó la atención, fue quien figuró como vicepresidente del partido.

Es que, mientras todos esperaban que Mario Moreno, el actual diputado por ese espacio fuera quien ocupe ese privilegiado puesto, todo se desvirtuó cuando apareció su hermano, Daniel, el intendente de Vaqueros a quien algunos ya empezaron a apodarlo “serrucho” por ocupar ese puesto; sobre todo teniendo en cuenta que el alcalde vaquereño llegó con el espacio de Olmedo y, acomodado como presidente del Foro de Intendentes de la provincia, es un aliado más del gobernador Gustavo Sáenz.

Al parecer no bastó con la imposición del “Negro” de esta vez sí participar por una banca superior y ser el elegido para la categoría de diputados provinciales, por lo que Moreno (Mario) tuvo que agachar cabeza y para quedarse con algo optó por descender al Concejo Deliberante de la ciudad, donde por cierto no está nada dicho; sino que humillaron al legislador a ni siquiera ser el vicepresidente del partido. Poca visibilidad anuncian algunos, otros dicen que su tibieza dejó a Memoria en segundo plano. Lo cierto es que entre los mellis, aunque se llevan bien, no deja de estar el oportunismo de por medio.