Política
¿El Bolsonaro argentino?

Alfredo Olmedo y el arte de la coherencia

Al diputado Alfredo Olmedo, muchos lo catalogan como el Bolsonaro argentino. (Dibujo: NOVA)

En las últimas semanas, la figura del diputado salteño Alfredo Olmedo viene creciendo de manera exponencial. Su estilo controversial y directo ha llamado la atención desde sus inicios en la escena política nacional, pero actualmente parece haber entrado en sintonía con amplios sectores del electorado, incluso entre muchos que, hasta no hace mucho, ponían en cuestión sus polémicas intervenciones y tomas de posición.

Pero, ¿quién es Alfredo Olmedo en realidad? Exitoso empresario salteño, se lanzó a la liza política en el año 2007, cuando fue electo senador provincial. No pasó desapercibido, por cierto, ya que una de sus primeras propuestas consistió en establecer un “servicio militar comunitario”, en el que los jóvenes que no estudiaran ni trabajaran pudieran acceder a la capacitación y formación en oficios prácticos, para posibilitar su inclusión en el mercado laboral.

Por entonces, en plena primavera kirchnerista de reparación histórica de las víctimas de la Dictadura Cívico Militar, su iniciativa cosechó críticas y descalificaciones a granel, al considerársela “reaccionaria” y políticamente incorrecta. Sin embargo, aunque no consiguió que prosperase, la figura de Olmedo rápidamente se proyectó a nivel nacional, y se tradujo en su elección como diputado nacional en las elecciones de 2011, por el Frente “Salta somos Todos”, en alianza nacional con el PRO. Con slogans provocativos, como el célebre “no vote al pedo, vote a Olmedo”, consiguió captar a indecisos y a decepcionados con las fuerzas políticas tradicionales.

Similar efecto tuvo su estrategia electoral, que incluyó el sorteo de camionetas, tractores y electrodomésticos entre sus seguidores, que sacó de sus casillas al progresismo nacional. Pero este malestar no fue nada en comparación con lo que vendría después. Sus posturas tradicionalistas, cristianas y conservadoras, incluyeron una oposición taxativa y militante al matrimonio igualitario –por entonces se jactó de tener “la cola cerrada y la mente abierta"- y a la legalización del aborto -“La gente humilde tiene valores, no aborta, no le hace falta la clandestinidad", afirmó en su intervención. También la promoción de la reinstalación del servicio militar obligatorio o la inclusión de la educación católica obligatoria en las escuelas lo convirtieron en uno de los centros de atención de la artillería del cristinismo.

Olmedo se convirtió, así, en la voz de muchos que no se animaban a expresar una línea de pensamiento que tenía un arraigo significativo fuera de las ciudades más modernas de la Argentina, pero que pocos se animaban a explicitar por temor a las sanciones políticas o mediáticas que se suponía que podrían conllevar. Sin embargo, este salteño campechano y pícaro tuvo la habilidad de instalar su figura sin renunciar a sus ideas, y de convertir las múltiples críticas en publicidad gratuita.

Justamente la trascendencia que comenzó a adquirir por entonces le valió acceder a la candidatura para la Gobernación Provincial en la lista del PRO –en la elección anterior había aspirado a la Vice-Gobernación al lado de un histórico del peronismo salteño, Juan Carlos Romero-, con el aval personal y político de Maurico Macri. Por entonces a muchos sorprendió que el actual presidente se trasladara a Salta para apoyarlo en su campaña, y que Macri le ordenara al rabino Sergio Bergman que participara activamente en la construcción de su candidatura. Si bien fue derrotado por el gobernador Juan Manuel Urtubey, la figura de Olmedo no cesó de crecer a nivel nacional.

Su desempeño continuo como Diputado Nacional lo convirtió en frecuente visitante de los principales medios de comunicación, siempre asociado con posiciones conservadoras, en confrontación con el cristinismo y los partidos de izquierda. En los últimos tiempos, se destacó por ser el único legislador nacional en manifestarse a favor de la aplicación del 2x1 a los condenados de la última dictadura cívico militar y por asumir posiciones radicalizadas en contra del proyecto de ley de interrupción legal del embarazo o de la autorización del uso de aceite de cannabis.

En el contexto de una sociedad agobiada por su presente y decepcionada sobre su futuro, exasperada por la violencia generalizada y la pasividad de las fuerzas del orden, Olmedo ha renovado su exigencia de “mano dura” con el delito y férreo apego con los valores cristianos. Quizá a muchos les haya chocado su afirmación de que “Dios lo envió para llevar adelante una misión como presidente de la Nación”, o su elogio sin retaceos al nuevo presidente del Brasil, Jair Bolsonaro. Muchos críticos lo han calificado como el “Bolsonaro argentino”, identificación que él ha considerado positiva, destacando sus similitudes como políticos con perfil propio, no atados a estructuras ni compromisos partidarios estrictos. Sin embargo, hay una gran diferencia entre ambos, ya que en tanto Bolsonaro fue reacomodando su discurso a lo largo de su trayectoria, Olmedo se mantuvo fiel a sus principios, más allá de cuestionamientos y censuras.

Para muchos, Olmedo no pasaba de ser la expresión de los sectores más conservadores del interior argentino. Otros lo caricaturizaban. Finalmente, fue incrementándose un tercer grupo que, ante el fracaso de las políticas económicas de Cambiemos, y el hastío respecto de la ex presidente y su círculo de favoritos, comenzó a destacar el compromiso del salteño con los valores y formas de vida que había defendido desde siempre. Así, su apego a valores cristianos, su torpedeo incesante contra las políticas asistencialistas, su oposición a las reivindicaciones de género, etc., que en otros momentos le habían valido predominantemente críticas y descalificaciones, fueron los disparadores de su encumbramiento en el escenario político nacional.

En los últimos meses, de la mano de la explicitación de su vocación presidencial, el salteño ha conseguido comenzar a aglutinar en torno suyo a seguidores de los espacios políticos más diversos. Así, amplios sectores de las fuerzas de seguridad, decepcionados con las promesas incumplidas de Cambiemos, han volcado en él sus esperanzas. Todos destacan su polémica frase: “Videla se equivocó en no darle los nombres de los desaparecidos pero no se olviden de que un gobierno constitucional le golpeó la puerta para que traiga la paz al país”. También una importante franja del nacionalismo y del peronismo anti-k lo considera como la más promisoria de las alternativas disponibles. Y ni qué hablar con los independientes, decepcionados de las políticas populistas o asistencialistas del FVP, incrementadas por Cambiemos.

A diferencia de la mayoría de los candidatos, Olmedo ve el piso y el techo de su figura en las encuestas crece de manera constante. A lo largo de la provincia de Buenos Aires numerosas agrupaciones, decepcionadas con las opciones disponibles, lo han tomado como referente, fenómeno que se extiende paulatinamente al resto del país. Pese a su particular estilo, que atrae las miradas donde quiera que vaya, Olmedo ha sabido transmitir previsibilidad y confianza a amplios sectores sociales que componen a la sociedad argentina, y que las fuerzas políticas mayoritarias han preferido ignorar.

Tal vez sea un premio a su constancia. Después de todo, Olmedo no cambió. Lo que cambió fue la sociedad y su percepción sobre el drama argentino y sus posibles vías de solución, que identifican en este hombre nuevo con ideas tradicionales y un declarado apego a la moral cristiana.

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